Vamos Los Pibes

8 Ene

The Boys volvió a tocar en la Argentina y despertó nostalgia mezclada con una fuerza arrolladora.

Por Joel Vargas y Gonzalo Penas

Foto de Martín Benavidez

El pasado jueves 14 de abril por la Avenida Niceto Vega los autos pasaban rápido, el ferrocarril San Martín también, un perro ladraba y unos soldadores arreglaban una reja rota mientras, en la puerta de The Roxy Live Bar, muchas chicas y chicos se reían a carcajadas y esperaban para entrar a un show de punk-rock de culto.

Ya son conocidas la flora y la fauna de Palermo Hollywood: chicas y chicos lookeados con marcas caras y el último grito de la moda. Pero ese paisaje habitual se vio invadido por remeras de los RAMONES y por las ganas de ver a The Boys, banda que nació con el estallido punk de 1976, en Inglaterra. Durante esos años crecieron junto a The Clash, Buzzcocks, Stiff Little Fingers y Sham 69. Los dos primeros discos, The Boys (1977) y Alternative Chartbusters (1978), fueron de gran aceptación por el público británico. Pero ellos, a diferencia de otras bandas del género, tenían canciones más románticas, ligadas al punk norteamericano, con un toque de pop en sus melodías.

Luego de grabar otros dos discos, To Hell with the Boys (1979) y Boys Only (1980), se separaron en 1982. Pero antes del aluvión de bandas que regresaron después de un parate de veintitantos años, ellos volvieron en 1999, con un solo cambio en la formación: ya no estaba el baterista  Jack Black y, en su reemplazo, había entrado a la banda Vom Ritchie, quien ya era baterista de los Die Toten Hosen.  No es un dato menor. La banda alemana es fanática de The Boys desde sus primeros discos.

Volvamos al show. Para amenizar la velada poguera, tocaron los créditos locales: Rotten, Katarro Vandaliko y Mamushkas, que sacaron varias sonrisas, tarareos e hicieron mover los pies a varios del público. Pero lo mejor, lo más esperado, salió a escena a las 21:45, con Duncan «Kid» Reid  (cantante y bajista) totalmente en llamas, vestido de un impoluto negro y adornado con unos borcegos rojos acharolados. Honest John Plain (guitarrista y cantante) vestido a lo pirata (con bandana de calaveras incluida). Matt Dangerfield (guitarrista y cantante) como un cowboy. Casino Steel (tecladista y coros) bien tropical, de camisa floreada hawaiana. Y un baterista que parecía Ricardo Iorio (Vom Ritchie no formó parte de esta gira sudamericana). De este modo, The Boys dijo presente nuevamente en nuestro país.

Arrancaron con una seguidilla de tres temas, uno tras otro: “TCP”, “Rue Morgue” “See You Later”. La gente enloqueció y la avalancha de moshreinó el lugar. Gritos como “Vamos los pibes” y “Soy de The Boys, es un sentimiento, no puedo parar” parecían ser de una única voz dominante. El público se volvió uniforme, un “ello” (como bien lo denomina la filosofía Zen). Hasta que Kid Reid por fin habló: “Thank You Buenos Aires” y el desfile de punk and roll siguió con “Weekend”, genial tema power pop que al final se mezcla con “Knocking On Heaven’s Door» de Bob Dylan.

“Fantástico”, esa fue la expresión que repetía Reid cada vez que terminaba un tema. También nos deseó buena suerte en la Copa América, en un casi perfecto castellano.  “Hoy esta frío, pero en Buenos Aires no hace frío”, acotó Kid y las canciones se sucedieron una tras otra, no dejaron respiro alguno: “Gabrielle”, ”Brickfield Nights “, “I Don’t Care”, “Terminal Love” y “The First Time”, que fue la más festejada por todos y todas, el himno “muchachero”.

El show iba llegando a su fin mientras el bajo Rickenbacker rojo de Reid explotaba junto con sus pasos de baile y las guitarras de Honest John y Matt Dangerfield se turnaban para ver cuál era la que llevaba la batuta.  “Estamos más viejos que hace dos años” dijo Kid, haciendo referencia a su presentación anterior en la Argentina, “The Boys, Los Muchachos” dijo irónicamente. Pero estos viejos son jóvenes eternos, sus canciones y puesta en el escenario lo demuestran.

“Vamos a hacer la última canción” anunció Reid y desde el público se escuchó un no generalizado. Kid contestó “Oh, sí” y empezaron los acordes de “Living in the city”. Terminó el tema y se fueron los viejos nomás. Habían tocado una hora, parecía poco, la gente se quedó con unas ansias de más. Pero al cabo de unos minutos salieron nuevamente. Duncan gritó “¿Quieren más? “ y empezaron los bises. “Jimmy Brown”, “In the City” y “Sick all of you” fueron los primeros. De repente se hizo un silencio sepulcral y Kid habló: “en los años 70 nosotros éramos amigos de los RAMONES, mañana se cumplen 10 años de la muerte de Joey, que era un gran hombre, es por eso que tocamos esto” y empezó “Baby I Love You”. La gente deliró de pasión, algunos lloraron y varios gritaron ese característico grito de guerra: “HEY HO LETS GO”. Pegadito a esa sonó “Beat on The Brat” cantada por Casino Steel (el casi quinto Ramone, Casino Ramone) y el público terminó de volverse loco. Los viejos se fueron contentos, el ritual punk había terminado y la gente se fue gritando “HEY HO THE BOYS”.

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