Archivo | Sonidos RSS feed for this section

¡Viven!

7 Ene

Limp Bizkit volvió a sus raíces con su sexto disco, Gold Cobra, que acaba de ser editado. Además, tocan el 1 de agosto en el Estadio Malvinas Argentinas. Escuchálo antes así vas con todas las canciones aprendidas, ¿capishe?

Por Joel Vargas Seguir leyendo

Diagonales espaciales

7 Ene
Con su segundo disco Las Horas, Indiana se convierte en la nueva promesa del rock platense.

Por Joel Vargas

 

La Plata está infestada de diagonales feroces, que fueron planeadas estratégicamente. Hasta se podría pensar que irradian impulsos artísticos. Pasemos lista: Los Redondos, Virus, Peligrosos Gorriones y toda la factoría de Laptra. Grandes emprendimientos donde la creatividad marca tendencia. Indiana no parece ser la excepción a la regla: melodías intermitentes, letras que desmenuzan situaciones cotidianas y rock espacial de la escuela de Los planetas. Seguir leyendo

Entre soliloquios y el aroma de los sueños

7 Ene
Desde las cuatro cuerdas, Santiago Capriglione comanda a sus músicos y compone un disco que es un manifiesto existencialista donde las ambigüedades de la vida se vuelven evidentes.
 Por Joel Vargas
Nicanor Parra escribió: “Yo soy el Individuo. / Primero viví en una roca/ (Allí grabé algunas figuras). / Luego busqué un lugar más apropiado”.  Así lo hizo Santiago Capriglione en Subibaja, su primer disco solista: buscó la manera de darle una forma más apropiada a su música, para demostrar en primera persona todas sus cualidades compositivas. ¿La fórmula? Once canciones simples y ambiciosas.  ¿El resultado? Un individuo nuevo.

Se podría catalogar al álbum como una obra conceptual. Un diario íntimo lleno de confesiones, ambigüedades, un mar de dudas. El leiv motiv es el existencialismo, y esta frase  lo demuestra: “por un rato me siento mejor en el subibaja de la vida”.  Hay pasajes dedicados a la nostalgia y a la melancolía como “Ocre”, donde Santiago no logra deshojar los recuerdos amarillentos.

En “Si querés te vas” canta: “el refugio de esta cárcel es compartir la soledad”; y él comparte su soledad y su música con sus otrora compañeros de ruta de Burbujas Amarillas, Tamarisco y Antü. En esta misma letra también hace mención a la circularidad de la vida, una clara alusión a la concepción griega del tiempo. En “Otra vez” hay algo de eso, todo vuelve a pasar, juega con una melodía  que parece perseguir los rastros de Oasis y se interna en la ambigüedad sentimental: “nunca antes tuve tanta luz, tanta claridad, tanta oscuridad, tanto de querer, tanto de odiar, tanto de decir, tanto de callar”.

El disco cuenta con invitados estelares de la movida del Oeste del Gran Buenos Aires, como Matias “Chávez” Méndez y Coiffeur. Con este canta a dúo una balada edulcorada con synthes llamada “Nada más”,  donde las voces se vuelven una: “nada más que un suspiro en el viento, nada más que una gota en el mar”. Pero el mejor aporte lo hace Artifex —cantante de Leonchalon—  en “Hoy te busqué”: su flow y lengua filosa junto a la voz dulce de Capriglione forman un tándem difícil de resistir. Una oda de ensueño, con un estribillo potente que se repite como un mantra: “Ya no quiero despertar, solo soñar”.
Parra escribió en otra ocasión: “Ya no me queda nada por decir/Todo lo que tenía que decir/Ha sido dicho no sé cuántas veces”. Pero la magia de la música radica en eso, en tratar de decir las cosas de modos diferentes, de llevar los sentimientos de uno a los demás y que sean viento… o como canta Santiago: “Voy a intentar llevar mi voz junto a tu voz».

Canciones para flotar

7 Ene
 Astrolabio llega desde Mallorca para narrar, con sus canciones, la galaxia y  sus avatares lumínicos.
Por Joel Vargas 

Astrolabio es fiel a su nombre, sus canciones son instrumentos que determinan la posición de las estrellas. Con diez temas a puro Rock Espacial sigue la tradición de la banda más importante del indie español: Los Planetas.
“Astrología” abre el disco debut de los mallorquines, la melodía es envolvente, las guitarras tienen aires neoyorkinos y la voz susurra una historia digna de un Carl Sagan lisérgico. La aventura espacial sigue con  la liberadora «Vegetales» y la crónica del viento de la “Femme Fatale” que “te va enloquecer” con un punteo hipnotizador. Otra pieza crooner es “La Chica Bala», una balada que remite a la banda británica Spacemen 3,  donde confiesan la atracción por una chica atractiva y explosiva.  La trilogía amorosa y oscura se completa con “Flores muertas” y un estribillo que grita “ella está muerta”.
A esta altura del álbum se forma un caleidoscopio sonoro, millones de colores y climas viven en las canciones, que parecieran hechas contra la ley de gravedad, canciones para flotar. Las pruebas de eso: “Infierno Doble” un mantra sonoro con los policías del alma como protagonistas y un final con meteoritos de kraut rock y  «Luz Azul”, que con sus odas hindúes parece la prima menor de “Who Feels Love?” de Oasis.
También hay lugar para el rock de la escuela de la Habitación Roja con “Sr Caballo” y  “Thelema”: guitarras, bajos y baterías nebulosas conviven con letras surrealistas.
El disco termina con la épica  “Debe haber siete niveles”,  una especie de infierno dulce y sonoro, con siete pisos separados unos de otros por una distancia de mil años y una voz que reza: “ya no toco el suelo”.  Definitivamente: Astrolabio hace canciones para flotar.

Odessa Tanguera

7 Ene
Oscuridad y yeites arrabaleros dan vida a Mugre, el primer disco de Acorazado Potemkin.
Por Joel Vargas
Mugre sangra, respira, susurra y, por momentos, se oxida a lo largo de catorces pequeñas postales. Hay para todos los gustos: surrealistas, trágicas, existencialistas, hasta épicas. Nunca mejor puesto el nombre de una banda: Acorazado Potemkin. Arrastra todo a su paso, como la película del ruso Eisistein, que reflejó la masacre de Odessa. Por si no la conocen, es la historia de cómo los marineros del Potemkin, hartos de los malos tratos y de comer carne podrida, se sublevan y arman un motín que termina en una tragedia en la famosa escalera de Odessa.
La banda, que lleva un par de años en la ruta, es una creación de la cabeza de Juan Pablo Fernández (ex Pequeña Orquesta Reincidentes), Luciano Esaín (ex Motorama, entre otros proyectos) y Federico Ghazarossian (ex Don Cornelio y Los Visitantes). El trió es como un pequeño King Crimson aporteñizado, Three of a perfect pair, dicho en criollo: tres de un perfecto par, porque el bajo de Ghazarossian y la batería de Esaín forman una unidad difícil de romper y sobre ella Fernández vomita mugre, hombres y gusanos, y su guitarra escupe arrabales. En este álbum debut hay varios guiños tangueros y oscuridad. Y sí, hay pequeños fragmentos de sus bandas anteriores: gérmenes.
El disco arranca con “Algo” y una frase que define todo: “En algo vos y yo nos parecemos/andar buscando revancha.” Revancha, es lo quieren y la rematan con esto: “Algo que salió mal, la primera vez. /Algo no funcionó, la primera vez.” Esta vez sí que salió bien: Mugre es candidatazo a ser uno de los discos del año, gracias a temas como “Desert” un desfile en trance, inspirado en un verso del poeta peruano Jose Watabbe: “Soy lo gris contra lo gris. Mi vida”. Y “Desayuno” una oda densa, tormentosa con punteos ricoteros.
El punto máximo llega con “La mitad” que confiesa:”esto es a cara lavada/y con los ojos abiertos/no hay fotos,/ no hay qué nos recuerde/más roto que antes,/más solo que nunca/me iré a buscar enemigos”. Fernández la canta junto Flopa Lestani formando un duo perfecto: una voz dulce y otra rabiosa, bien porteña. Mientras Juan Ravioli acompaña desde las teclas. Es una canción de despedida que parece ser la respuesta a “Final” del cantautor uruguayo Eduardo Darnauchans, que dice “ahora que no hay nada sino fotografías,” y Acorazado Potemkin contesta: “y si es cierto que lo nuestro se termina/ y si es cierto hay que hacerle un final/ (…) solo una mitad, mía, la que va a olvidarlo todo/y la otra que te diga adonde estoy”.
Pero hay más, “Lengua materna” es un poema de la chubutense Rosa Lesca convertido en un tema proto-funk con un bajo protagonista martillándote la cabeza. “Puma Thurman” es una balada con ciertos tonos westerns, que explota en el estribillo con Ravioli como invitado nuevamente. “Caracoles” es un punk revoltoso hijo de Joy Division y de Dead Kennedys.
El disco llega a su fin con “Unos Versos” de la cantautora brasilera Adriana Calcanhotto, el Acorazado entrega una versión densa con arreglos duros; un mix huracanado de guitarra, bajo, batería y la voz de Fernández confesando: “seré yo tu paradero en los versos que te escribo. Y después, los arranco.”
Para más info y para descargar Mugre entra aquí.